Alba García García

Mi nombre es Alba García García, de la familia de las García ( Gaaaaarcía!!!!;)), nací en 1983 y desde muy pequeñita me gustaba el fútbol. Al tercer esguince a la edad de los 10 años, mis papis decidieron que no estaba hecha para ese deporte así que comencé a practicar baloncesto.

Los primeros años los recuerdo entre derrotas, lloros y técnicas, pero aun así me encantaba. Comencé jugando en el Hayedo de Moratalaz. Más tarde, en juvenil, mis amigas " moratalazeñas" hicieron que comenzara a jugar en el cole, jugando en ambos equipos a la vez. Mi primer entrenador en el cole fue David, al cual tengo muchísimo cariño (aunque, por lo visto no fuimos todo lo adorables con el cómo se merecía). Después fue Janan, y aunque nos costó pillarle el truco, conseguimos descubrir sus cositas buenas. En senior, hemos tenido muchísima suerte, ya que nos han entrenado muy buenos entrenadores (Bocos, Héctor, Borja,...), los cuales se han volcado siempre con nosotras, pero que a día de hoy, por distintos motivos, han tenido que dejar de llevarnos (las puertas siguen abiertas). Hace 8 años, aunque nadie está muy seguro de esto, comenzamos una aventura unas cuantas de baloncesto justo con algunos fichajes futboleros para comenzar a jugar a futbol sala. Hemos pasado por las manos de Óscar López, Óscar Gutiérrez, Chacho, Iván Brihuega, y sin duda nuestro pilar, Alberto Palomino. Siempre hemos contado con muchos apoyos, como de los Birus o Guille, aunque no fueran nuestros entrenadores. Lo que comenzó como algo secundario, es a día de hoy de las cosas más importantes, ya que fichajes como Pauli, Bustos y la rubia, se han metido en nuestras vidas y ya no van a salir.

Respecto a mi carrera como entrenadora, comencé llevando un juvenil femenino junto con Alberto Martínez. Raro era el partido que no se nos olvidaban las fichas, los balones o a alguna jugadora. Más tarde, llevé el mismo equipo junto con Andrea, que distintas y que bien nos complementamos. Después, formé equipo junto con Borja, no nos llevaríamos trofeos, pero yo me lleve un amigo.  Después llego Héctor, lleno de bondad y dulzura, aunque al acabar ese año ya había soltado unos cuantos gritos a pesar de su paciencia. Luego, llego Janan y, aunque algunos pensaban que habríamos moderado nuestro carácter con los años, no fue así; tampoco disminuyo el afecto, así que lo recuerdo con mucho cariño.

A partir de ahí, he entrenado con Jaime, muy buen entrenador, aunque con una visión diferente del baloncesto (si no discutimos es porque él no quiere). Nuestro equipo, no es el típico equipo de jugadores buenos y con súper buen comportamiento, pero tienen algo diferente que les hace súper especiales.

Pese a ser del Pasamonte, siempre me he sentido como en casa y me alegro mucho de pertenecer a la “familia”.